miércoles, 12 de febrero de 2014

El Pico Majalasna

El Pico Majalasna es la única de las hermanas cumbres de Siete Picos que no sobrepasa los dos mil metros de altitud, quedándose en 1.938. Su posición, además, queda ligeramente apartada al suroeste. Sin embargo, ambas características le permite ser un auténtico cruce de caminos de multitud de rutas de la zona.
En esta ocasión elegimos salir del aparcamiento de las dehesillas de Cercedilla para subir por la Senda Schmidt hasta Collado Ventoso y de ahí por la Senda de los Alevines hasta el Pico Majalasna. Para volver, bajamos a la Pradera de Navarrulaque y optamos por tomar la Senda Victory para visitar la Ducha de los Alemanes y volver al punto de partida.

El Pico Majalasna

Aparcar en los espacios habilitados cerca de las Dehesillas tiene su truco, aunque nunca sabes cuál va a ser: un desaprensivo aparcado en doble fila delante de ti, una grúa colapsando el tráfico del único carril existente tratando de remolcar un vehículo averiado, unos domingueros que esparcen el contenido de sus neveras de plástico sobré tu capó… Los lugares naturales masificados te guardan todas estas sorpresas y muchas más que seguro nos faltan por vivir. Además, esta zona ve cada domingo un asombroso fenómeno: lo que a las 9 de la mañana son una decena de coches dispersos en cunetas y plataformas, sonido del viento y pajarillos cantarines, a las 3 de la tarde se ha convertido en el aparcamiento de un hipermercado a primeros de mes repleto de todo tipo de fauna homínida pertrechados de mil y un útiles para pasar el rato el domingo sin alejarse mucho de sus coches.
Afortunadamente, bastan diez minutos de caminata para adentrase en los magníficos bosques y dejar de percibir todo rastro de exceso de humanidad y concentración de la misma, quedando el contacto de tarde en tarde con seres de nuestra especie reglamentario saludo mediante. Y todo esto ocurre ya en las primeras subidas siguiendo las flechas indicadoras del Camino de Santiago hacia el Puerto de la Fuenfría, al que no subiremos ya que nos desviaremos a la derecha por el sendero marcado con puntos amarillos, la Senda Schmidt, que nos llevará tras una larga pendiente primero al cruce con la Carretera de la República y la Fuente de Antón Ruiz, donde podemos rellenar cantimploras y estómagos, y más tarde remontar todo el valle del Arroyo de la Navazuela hasta llegar al Collado Ventoso, cuyo nombre es cualquier cosa menos casual: cuando el viento comienza a azotarte sin piedad, sabes que te queda poco para alcanzar el Collado, cuyo aspecto en días de niebla y/o nieve es verdaderamente fantasmagórico.
Collado Ventoso
Tras la reglamentaria foto en la “morcuera” o hito de piedra que señala el Cerro, volvemos sobre nuestros pies para tomar en sentido suroeste la Senda de los Alevines, precioso camino que recorre una curva de nivel en la ladera de la montaña desde el que se contemplan unas maravillosas vistas de las montañas al otro lado del Valle de la Fuenfría: Abantos, La Peñota, Peña del Águila, el Collado de Marichiva… Y cuando las inquietas nieblas segovianas lo permiten, el Móntón de Trigo y la Mujer Muerta.
A estas alturas y con la gran cantidad de nieve caída, el avance es un tanto penoso a pesar de que alguien a quien no conocemos pero ya sin duda amamos, ha abierto camino horas atrás posibilitando que podamos seguir sus huellas y así sólo hundirnos un palmo en la nieve y no pisar en falso para acabar hundiendo pierna completa en algún hueco. Junto a las pisadas humanas y sus marcas de bastones, distinguimos huella de cánido de enorme tamaño, dándonos pie, nunca mejor dicho, a variadas conjeturas sobre los mencionados pioneros.
A medio camino al Pico Majalasna, nos encontramos un regalo en forma de paso bajo piedras que siempre genera cierto alboroto entre los paseantes por el toque de aventura que da y lo agradecido que es para la fotografía. Teniendo cuidado de seguir bien las huellas tratando de no cruzar el paso ni distraernos con el espectacular paisaje (lo que nos podría llevar a un tropiezo o resbalón nada convenientes), alcanzamos finalmente la pradera aneja al Pico, desde la cual podemos al fin ver los seis picos dosmileros por su cara sur, así como el Pico Majalasna propiamente dicho como una elevación a un lado de la pradera, cuyos pinos de Valsaín azotados año tras año por el viento del norte le da al lugar un aspecto absolutamente épico.
Momento ideal para preparar el bocadillo y charlar de lo divino y lo humano con tan soberbio paisaje mires donde mires. Gente que viene subiendo por la cara sur del Pico nos pregunta qué tal está la cosa para seguir adelante. Cuando la pregunta la haces empujando una bicicleta y pertrechado con culote corto y calcetines tobilleros, la respuesta no puede ser otra que una muy elocuente cara de asombro y conmoción de los preguntados, que obviamente recomiendan al alocado ciclista darse media vuelta y salvar su vida antes que adentrarse en la vertical ladera cubierta de nieve que lleva a Collado Ventoso.
Una vez avituallados comenzamos descenso hacia la mítica Pradera de Navarrulaque que ya desde arriba se distingue a simple vista. El trayecto no es largo y conviene seguir con paciencia los círculos amarillos si no queremos acabar trepando y descolgándonos por roquedales como cabras montesas por haber querido ahorrar unos minutos tirando en línea recta. Una vez llegados a la pradera, nos encontraremos de nuevo con la Carretera de la República, así como con una serie de monumentos dedicados a escritores y guadarramistas y con un sencillo pero curioso refugio dotado de agua, cobijo y dos ataderos para asir a las caballerías.
TRACK DE LA RUTA:
Llegados a este punto, toca decidir si volver a Las Dehesillas por la popular y transitada Ruta de los Miradores o bien bajar por alguna de las sendas intermedias como el Camino Agromán o, en nuestro caso, la Senda Victory, que nos llevará tras un bucólico recorrido por un mullido camino a través de bosque denso, a la sin igual Ducha de los Alemanes, poderoso salto de las aguas provenientes del Arroyo de la Navazuela, donde haremos una última parada para extasiarnos con el potente sonido de un caudal de agua que parece sin fin y que se mezcla con una variada cantidad de especies de pájaros como carboneros, herrerillos, petirrojos, papamoscas y algunos otros que no alcanzamos a distinguir bien.
Ya sólo queda deshacer senda junto al arroyo para dejarnos caer hacia la “calle principal” que baja del Puerto de la Fuenfría y volver al coche con la sensación de que por muchas sendas y caminos que recorras en estos valles de Cercedilla, siempre te quedarán otros tantos por explorar.
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