martes, 12 de abril de 2011

La Quinta de los Molinos

Todos los años miles de madrileños se desplazan al Valle del Jerte para contemplar el fenómeno del almendro en flor. Pocos acontecimientos naturales hay tan vistosos y esperanzadores como el que cada año brindan almendros y cerezos en su temprana floración preprimaveral anunciando el advenimiento del buen tiempo y el horario de verano. Lo que muchos de esos madrileños no saben es lo cerca que tienen un magnífico lugar para vivir ese suceso anual al que incluso pueden llegar en metro: La Quinta de los Molinos del madrileño barrio de San Blas.

La Quinta de los Molinos

Situado a escasos pasos del metro Suanzes salida Alcalá impares, la Quinta de los Molinos, hoy Jardín Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural, se acerca a su centenario de existencia. Antigua finca del conde de Torres Arias (que también tiene una estación de metro con su nombre), fue regalada al arquitecto alicantino César Cort Boltí, profesor de Urbanismo de la Escuela de Arquitectura de Madrid, que le imprimiría todo el sabor mediterráneo y racionalista de principios de siglo a los jardines y construcciones del parque.
Cada año, sus veintitantas hectáreas de extensión se llenan de vecinos de Madrid deseosos de contemplar el asombroso fenómeno del almendro en flor que todos los años acontece a finales de invierno, entre febrero y marzo. Sus almendrales son, probablemente, los más extensos, poblados y antiguos de la capital, y resulta una autentica gozada pasearse por ellos envueltos en su fragantísimo aroma.
A la muerte del arquitecto, en los años setenta, la finca entró en desuso y los herederos rápidamente llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid mediante el cual el consistorio asumía la titularidad del 75% de la finca mientras en 25% restante se dejaba para usos residenciales. desde los primeros ochenta, todo el mundo puede disfrutar de este magnífico lugar donde los frutales se mezclan con los pinares y es posible realizar rutas a pie, en bicicleta, o con carritos de niño.
Almendro en plena floración
Además de las diversas variedades de flora mediterránea que lo habitan, también cabe destacar un buen número de especies de aves: gorriones, aviones, golondrinas, verdecillos, jilgueros, palomas y tórtolas, urracas y grajillas, petirrojos y trepadores azules. El encantador estanque que remata la finca en su parte alta posee una pequeña población de galápagos y no es difícil observar de tanto en tanto algún conejo corriendo por las estepas de frutales.
Pese a ser un parque municipal, es posible realizar variadas rutas de baja dificultad de entre 5 y 10 km por las diferentes sendas que lo atraviesan. Al fondo del parque, en la parte septentrional del mismo, se sitúa el Palacio de la Quinta, la Casa del Reloj, la Rosaleda, la pista de tenis (hoy una extensión rectangular de hierba que hace las delicias de los más pequeños), el estanque, el lago, y casi todas las construcciones de la finca, así como los dos molinos de agua traídos de Estados Unidos en 1920 que sirvieron para regar y dar nombre distintivo a la finca.
Uno de los molinos importados
Un auténtico pulmón verde mediterráneo junto al polígono de San Blas, bastante desconocido, con historia, flora, fauna, sendas muy particulares, y que hace las delicias de cualquier senderista de buen gusto. Difícilmente Senderisbook podría pasar por alto un sitio como este y no destacarle entre las visitas obligadas, y además cercanas y fáciles, para cualquier vecino de Madrid o forastero de visita con una mañana libre.
¿Damos un paseo por La Quinta de los Molinos?

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